Su primer Abad fue el Rvmo. Padre Salvador Laborde, francés, quien llegara en 1903 junto al entonces maestro de novicios P. Ignacio Gracy, luego Prior de Niño Dios y futuro Abad de Belloc.
Entre las actividades desarrolladas por la comunidad a lo largo de todos estos años debemos mencionar la cura pastoral de La Parroquia de Victoria desde 1899 hasta 1988, año en que la entregamos al obispo. La Parroquia, Cuya patrona es nuestra señora de Aranzazu, cuenta con una amplia zona rural, todo el departamento de Victoria, con numerosas capillas y centros pastorales, atendidos en esos años exclusivamente atendido por los monjes sacerdotes de la comunidad. A partir de 1943 se nombra un superior distinto del Párroco, a fin de satisfacer la necesidad de llevar también en la parroquia una vida comunitaria y monástica adaptada a la situación.
Pero la actividad sacerdotal y misionera no se limitó al departamento de Victoria, pues nuestros padres, como verdaderos apóstoles, recorrieron no solo la provincia de Entre Ríos, sino que dejaron su profunda tarea evangelizadora en varios lugares, tales como Corrientes (en donde atendieron el santuario de la virgen de Itatí por espacio de 17 años, desde 1904 hasta 1921), en la provincia de Misiones, en Azul (Prov. de Bs. As), en donde estuvieron a cargo de un asilo y colegio.
Otra de las actividades que dejaron una profunda impronta cristiana y “benedictina” fue el colegio agrícola-industrial, transformado luego en colegio comercial que funcionaba en un sector de Monasterio. Se abrió en 1901 y fue cerrado en 1953, bajo el abadiato de Don Lorenzo Balerdi, Segundo Abad.
La comunidad contó desde 1909 con el “Oblatado” , en donde se formaban los niños y adolescentes que luego serían monjes. Esta institución fue de capital importancia para la provisión de las vocaciones argentinas. El primer oblato, José Sixto Geramiez, será el primer monje argentino y el tercer abad en 1958.
Por otra parte, la comunidad fue desarrollando todo tipo de trabajos manuales, entre lo que destacan la producción ganadera y agrícola.
Todas estas tareas eran atendidas por los hermanos.
En 1949 la comunidad celebra con gozo sus cincuenta años de vida. Es en esta época en donde se alcanza el máximo número de miembros: hermanos “conversos” : 25, monjes “coristas” (sacerdotes):53;novicios y profesos simples: 20, además de todos los niños y jóvenes que se preparaban en nuestro oblatodo.
La actividad pastoral y docente que la comunidad a tenido desde su fundación obedece en gran parte a situaciones circunstanciales de la época. En efecto, ya la casa madre de Belloc había sido fundada como centro desde el cual se procuraría la cristianización de toda la zona circundante, que después de varios años de secularización había perdido gran parte de sus raíces cristianas. El tesón misionero del entonces Abad de Belloc, Rvmo. Agustín Bastres, encontró una feliz coincidencia de pareceres con el Obispo argentino de Paraná, Mons. Rosendo de la Lastra y Gordillo, quien desde hace tiempo deseaba religiosos para su vasta diócesis que abarcaba las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones.
Nuestros padres fundadores respondieron generosamente a esta propuesta que abría las puertas de Hispanoamérica al monacato benedictino.
Por otra parte, el gobierno Argentino no sólo permitía la instalación de congregaciones u órdenes religiosas que desarrollasen actividades educacionales o sociales, de manera que se vieron urgidos a abrir muy rápidamente el colegio agrícola-industrial. A todo esto se suman las expectativas y las tratativas con la comunidad victoriense, que desde hacía tiempo deseaba una institución que abriera nuevos caminos al progreso a través de la educación cristiana de la juventud.
En los designios escondidos de Dios seguramente estaban todas estas cosas haciéndolas coincidir en el nacimiento de la comunidad de la Abadía del Niño Dios. Pero no podemos dejar de mencionar el seno amoroso en donde esta semilla del padre se fue gestando, y que no fue otro que el de Maria. En efecto, Maria bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján, estuvo presente desde los inicios mismos de la fundación. Cuando Mons. Rosendo de la Lastra y Gordillo oraba postrado a los pies de la virgen en su santuario de Luján pidiendo religiosos para su diócesis, ella escuchaba y concedía lo pedido, pues al salir se encuentra con el P. Arbelbide, luego canónigo de la catedral de Bayona, Francia, a quien le cuenta su pedido, y es precisamente este sacerdote providencial el que pone al obispo en la pista de la Abadía de Belloc.
En su fecundo caminar por la historia, la Abadía hizo las siguientes fundaciones: la Abadía de “Cristo Rey” en el siambón, Tucumán (Argentina) en 1956; El priorato simple de “La pascua” en canelones (Uruguay) en 1976. Y en 1982 asume como priorato simple al monasterio de San Benito de Llíu – Llíu, de Limache (Chile).
Actualmente los monjes somos 30 entre los cuales hay 13 sacerdotes.
Desde el 25 de 1997 el Abad es el Rvmo. P. Carlos Martín Oberti (quinto en la línea de sucesión), quién reemplaza en el cargo al P. Abad Eduardo Ghiotto, que gobernó a la comunidad a lo largo de 27 años.
El 29 de agosto de 1998 se ha dedicado la nueva iglesia abacial. Es de estilo neo – románico, muy luminosa, precisamente para que pueda percibirse el correr de la luz a lo largo del día y manifestar así su simbolismo en relación a la celebración de la liturgia de las horas.
Está dedicada al misterio del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
Con esta celebración hemos dado apertura al año Jubilar del centenario de nuestra fundación, a lo largo del cual recordamos con varios actos esta efeméride tan significativa en la historia monástica de Argentina y de toda Hispanoamérica.
El monasterio dista unos tres Kilómetros de la ciudad d Victoria, en donde funciona el Instituto Kennedy con un total de 500 alumnos, y que abarca el nivel inicial (jardín de infantes), los nueve años de la enseñanza general básica, y los tres años del polimodal, cuya modalidad es Economía y Gestión de las organizaciones, con orientación en informática. Así se brinda una formación humana y cristiana integral a numerosos niños y adolescentes de la ciudad.
Además en un sector de la misma Abadía, tenemos un Instituto de Profesorado destinado a la formación docente y profesional con diversas carreras, siendo alguna de ellas: profesorado en teología y ciencias de la religión; profesor y técnico superior en ciencias agrarias y ganaderas; profesorados en filosofía y pedagogía; en sicología; en ciencias de la educación; profesorado en informática con especializaciones optativas; técnico docente en minoridad; formación de técnicos para la orientación de personas de tercera edad; además de diversos posgrados. Se extienden títulos de nivel terciario no universitario, de validez nacional. El número de alumnos es de 350.
La Abadía tiene una amplía hospedería, que funciona también como casa de retiros, y es un centro de peregrinaciones donde confluyen visitantes de diversos lugares del país, especialmente los días domingos, a quienes se brinda atención espiritual y sacramental.
Por otra parte los monjes prestan diversos servicios eclesiales como predicación de retiros, asistencia a religiosas y ayuda sacerdotal al Sr. Obispo en la pastoral de la zona, una herencia de nuestros padres fundadores que, sin embargo, en la actualidad está bastante restringida dado que tenemos a centralizar todas las actividades en el monasterio para poder vivir mejor nuestra vida monástica comunitaria.
También se realizan diversos trabajos manuales: lechería, elaboración de un licor compuesto por 73 hierbas medicinales recogidas en su mayoría en la zona; apicultura, con producción de miel, jalea real y propóleos; además, elaboramos una amplía gama de fitoterápidos. Se fabrican velas y cremas. La Abadía cuenta con una santería bien surtida. Los productos se comercializan con la marca “MONACAL”.
En el área social la comunidad a promovido la creación de un barrio de viviendas y de un club social y deportivo, centro de diversos eventos culturales. Además mantiene una importante fuente de trabajo, pues muchas de las actividades manuales mencionadas más arriba las realizan empleados.
Todas estas actividades y obras hacen de la Abadía un centro de irradiación espiritual, cultural y social, y quieren ser una muestra concreta de nuestro humilde servicio a la evangelización y al desarrollo de nuestra zona.
Después de haber celebrado nuestro centenario y de entrar con toda la iglesia en el tercer milenio, queremos abrirnos al futuro en la fidelidad a la vida monástica y a nuestra historia elevando una continua alabanza a Dios, la que resuena en nuestras vidas y en la salmodia de cada día.
Para que en todo sea Dios glorificado.