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Casco Histórico Nacional
Al sur de Entre Ríos,
apretada entre áreas rurales de
excelentes riqueza y humedales con riachos,
desprendimientos del río
Paraná se asoman erguida
sobre un relieve de colinas,
la vieja victoria...
Comunidad repleta de historias: de adelantados y de indígenas, de inmigrantes vascos y tanos, de zorzales y ceibos, de casas bajas y rejas, que fueron formando la fuerte imagen actual.
Desde antes de 1810 (fecha tomada como fundacional) existió asentamiento en el sector, que se arraigaron luego del exterminio de grupos indígenas de la zona.
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Los inmigrantes vascos se localizaron a principio de 1800 explotando la piedra caliza en el conocido barrio V Cuartel o barrio de las caleras, donde aún se percibe dentro de un paisaje natural y con un recorrido sinuosos, las viviendas típicas de la campiña vasca y resto de los grandes hornos de donde se obtuvo la cal, material indispensable en la construcción de esos tiempos (de esa producción se extrajo cal para la edificación de la ciudad de La Plata).
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Luego llegan inmigrantes italianos (en su mayoría genoveses). Se construyó el primer oratorio sobre una de las colinas y siguió la localización aledaña de sus vecinos guiados por la rígida cuadrícula de las Leyes de Indias, que dejó la profunda huella que hoy se percibe en estas calles y veredas estrechas que se relacionan en justa proporción con las casas bajas, de patios que conforman manzanas de corazón verde.
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La edificación más rica de características italianizantes y luego afrancesadas que tuvo su apogeo en el período de 1910 a 1940 contiene elementos en sus muros que hoy mantienen la calidad de nuestro espacio público. Los muros de nuestras calles de homogénea altura, denotan oficios ya casi olvidados, molduras, cornisas, dentadas, pilastras, aberturas de maderas talladas y la herrería artística que conmueve con solo mirar pausadamente las rejas de diseños complejos que aparecen en perfiles de azotea, lunetas y marquesinas en puertas de ingresos, puertas cancel en zaguanes abiertos, rejas tipo cajón con movimientos, y posteriormente el balcón con estilizaciones vegetales y apoya manos de bronce o cobre influencia del gusto francés de la época. Trabajos artesanales que se han convertido en una marca a fuego de nuestra identidad urbana.
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Este paisaje artificial que esta plasmando un momento de equilibrio y apogeo de aquellos tiempos, se funde con el paisaje natural de relieve particular, vegetación mesopotámica y un riacho marrón que recorta una silueta verde de costa, la que se despliega desde el Cerro de La Matanza (último lugar de encuentro español indígena), pasando por el sector bajo de barrio Abadía, sector de costaneras y balnearios, prosiguiendo por el puerto y camping, terminando en los bajos anegadizos del V cuartel, lugar de las primeras actividades navieras de la ciudad.
Todo esto conforma una ciudad muy pintoresca, que espera buenas transformaciones, pero que sabe, que el primer paso para ello, es lograr una mejor preservación de sus valores.
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Arq. José María Otegui |
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