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  La Matanza sin fecha de fundación
 
Paralelamente a las gestiones para la autorización, y construido el Oratorio, en 1809 se inicia un expediente para constituir formalmente el Pueblo de La Matanza. Entre los argumentos, los vecinos elogian “las bondades del suelo y bellezas del lugar”, resaltando “los beneficios que pueden resultar del pueblo que en tan propicio lugar se levante, frente al río salubre y civilizador”. Los firmantes habitan, además de La Matanza, los pagos de Laguna del Pescado, Manantiales, Chilcas, Seibas y Pajonal.
El caso estaba muy avanzado a principios de 1810. El día 30 de marzo de ese año se libra el último oficio, pero la Revolución de Mayo no permitió que llegara a término. Por lo tanto, sin tener fecha oficial de fundación ni autorización expresa, los vecinos se reunieron por su propia voluntad alrededor del Oratorio.
Respecto a la ubicación del Oratorio, no existen documentos oficiales que demuestren que es exactamente la misma que ocupa actualmente la Parroquia Nuestra Señora de Aránzazu, pero a la vez nada permite dudar que haya sido así.
En definitiva, fueron los propios colonos quienes dieron los primeros pasos progresistas. Desde entonces, se produce un período que no ofrece mayores datos acerca de gestiones oficiales para el mejoramiento de las condiciones de vida en el pueblo, sino hasta promediando la década de 1820. La excepción, la constituye un escueto párrafo de un informe de Ricardo López Jordán dirigido a Francisco Ramírez, que en 1920 indica que “...todo el chinaje de avipones que han llegado aquí, caminó ya a La Matanza a aumentar aquella población”. Al mismo tiempo, existen partidas que inducen a pensar que por aquél entonces se estableció en la zona un campamento de indígenas.
En 1826 el pueblo fue elevado a la categoría de Villa, y se determinó el ejido “por ahora diez cuadras de terreno medidas desde la Plaza hacia los cuatro vientos principales en la Villa de La Matanza para la población”, prohibiendo a su vez “todo establecimiento de estancia dentro de los límites indicados”.
De esta manera se distribuyeron tierras a quienes desearon ocuparlas, respondiendo a un principio de civilización necesario en aquella época, debido a que durante los períodos bélicos, los pueblos y estancias eran asolados por grupos errantes que fácilmente hallaban refugio en los sectores despoblados. A partir de entonces, la Villa de La Matanza tuvo un crecimiento sostenido, favorecido no sólo por la inmigración, sino también por la industria y el comercio.
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