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  Vascos, Genoveses y …Judíos
 

FUENTE: ANÉCDOTAS de María del Carmen Murature de Badaracco

En las tardes amables que pasáramos en mi casa los miembros de la Comisión de Lugares y Monumentos Históricos "Dr. Ramón Febre" Filial Victoria Carlos Anadon, Prof. Julio Maggio, Dr. Isidro Balbi, Prof. Reynaldo Piro, Dr. Raúl Trucco, nuestro Presidente Carlos Anadon contaba jugosas anécdotas que había recogido de sus largas y fructíferas. Así narraba: Don Fortunato Reggiardo, hijo de Don Carlos Reggiardo, que trabajo junto a su padre en el Quinto Cuartel, decía jocosamente en rueda de amigos. "Primero llegaron los vascos y levantaron el Quinto Cuartel, después llegaron los genoveses y se comieron a los vascos… después llegaron los judíos…pero se necesitaron cinco judíos para comer un genovés".   Sencilla filosofía pero muy elocuente de lo que fue la inmigración en Victoria.

Vascos y Genoveses en el Quinto Cuartel

La industria de la cal

Desde los días lejanos de la Matanza, la industria de la cal fue uno de los negocios de esta tierra. El historiador Pérez Colman dice en Historia de Entre Ríos, Tomo 11, pag. 308 y 309 que al pedir Ezpeleta: "el establecimiento de Pueblo bajo las reglamentaciones legales. Manifiesta que a siete cuadras de la Capilla tiene su casa y un horno de ladrillo con galpón, corral, etc."

Y en pag. 312, sin precisar el lugar y al hablar de sus negocios, menciona una fabrica de cal entre otras actividades de Don Salvador.

Tratándose de un hombre de empresa como era Ezpeleta, no es de extrañar que halla tenido su horno de cal en La Matanza. Lamentablemente la falta de archivos de esa época, nos ha impedido poder precisarlo.

Durante el gobierno de Mansilla (1822), desde el mes de abril se aplica en Entre Ríos un nuevo impuesto a las actividades industriales y un nuevo derecho de alcabala . En la comunicación que el receptor de La Matanza remite a Don Celedonio José Del Castillo (ministro) agosto 31 – 1822 le dice: "Del mismo modo participo a Ud. Haber cerrado hoy día de la fecha el único horno de cal que había en esta habiendo pagado al interesado el correspondiente derecho del que me hice cargo. En cuanto a las atahonas la única que hay en este destino que es de muelas de la propiedad de Don Salvador de Ezpeleta, Ha serrado en el momento en que le impuse el der. Que mensualmente debía pagar y el que esta hecho cargo de ella, me dice que o tiene como satisfacer el der. Correspondiente desde abril hasta la fecha hasta confeccionar con su Patrón, en este caso Ud. me dirá que debo hacer". (Arch. E.R., Hacienda, Serv. 11, Carp. 1).

El horno de cal que serraba aquellos días del año 1822, pertenecía ala vasco Francisco Antonio Zabala, natural de Guipuzcoa, en el municipio de Amezqueta al sur de Tolosa; hijo de Miguel Zabala Maria Conilegoa, habia casado en La Matanza en junio de 1810 con Maria Mercedes Bordon, una hija de Don Jose Silvestre y Doña Marciala Atencio. En segundas nupcias don Francisco Antonio Zabala caso con Doña Brigida Escobar, y de este ultimo matrimonio descienden los Frugoni- Zabala, de conocida actuación en Entre Ríos y Santa Fe. (En 1844 Da. Brigida – viuda vende su casa a Juan Salaberry- hoy casa Doctora Daus Benavidez).

En el año 1823 funciona nuevamente el horno de cal de Don Francisco Antonio Zabala; por abril, mayo y junio paga $6 de derecho (recep. R. Pereira LM 1823). Hasta el año 1829 funcionaba el horno de cal de Zabala y su producción era remitida en parte al puerto de Las Conchas en Buenos Aires, unas veces e la chalana de Don Ignacio Espindola, otras en la de Don José Galisteo "16 fanegas de cal"( Arch. de E. R. –Hacienda- Carp. 1-611).

Los vascos fueron los primeros pobladores del Quinto Cuartel y de la zona de caleras que se extendía desde la actual usina de electricidad hacia el sur. Ello levantaron los primeros hornos y edificaron las primeras cancha de pelota. En 1848 llega de Guipuzcoa, del pueblo de Irura, Don Antonio Arreseygor, mas conocido por "Anton", y se establece junto a la Subprefectura vieja (hoy casi destruida); antes había llegado Don Manuel Alzua, de Usurbil, que fue también Calero. Don Francisco Arce, otro vasco de Usurbil, yerno de Don Salvador de Ezpeleta, le atendió sus negocios en Paraná hasta 1828; en el año 1829 se establece en estos pagos y forma una sociedad con su cuñado Don Lorenzo Ezpeleta hasta 1833 (Reg. De la P. De Victoria Menchaca Libro 1).

En 1840 Arce tiene hornos de cal contiguo a los vascos José María y Manuel Uranga (primos), que a su vez eran socios en esos tiempos de otro vasco calero Don Luis Bilbao que tenia en las caleras " La Vieja y La Nueva" con muelle para su trafico de carga y descarga (Reg. De la P. De Victoria R. Alvarez y Menchaca-1859).

Otro vasco, Don Tomás Echayse, tiene también unos años después una calera que había comprado a Don Luis Bilbao.

En 1852 Don Juan y Don José Taquela tiene una calera en el Quinto Cuartel y posteriormente en1860 Don Carlos Cartasio vende su establecimiento de calera a Don Juan, Don José Taquela y Don Antonio Reggiardo, en terrenos que antes habían pertenecido a Don José Ignacio Ezpeleta (Ach.de la Prop.Albarez y Menchaca 1859).

En 1858 Don Carlos Reggiardo, que había llegado seis años antes de Clavareza, funda su importante casa de comercio y multiplica de hornos de cal el Quinto Cuartel. Fue el mas grande productor de nuestra industria caliza.

Poco a poco los genoveses van adquiriendo las caleras de los vascos; la de Don Luis Bilbao, que después fue de Tomás Echayse, fue adquirida por Santiago y José Firpo, Miguel Oberti y Cayetano Guiglione (Reg. P. 1861).

Don Bartolomé Badín tenía una calera en terrenos que fueron de Don José Ignacio Ezpeleta y que se extendía desde frente a la actual estación FF.CC hasta mas allá de la Agroquímica. La viuda de Badín, Doña Saturnina Almeida, la vendió a Don Carlos Fontana y Cía. (Socios: Carlos Fontana, Carlos Fontana (Rosín), Antonio Brassesco, Carlos Brassesco y Don Juan Fontana) (Reg.de la Prop.de Vic.R.Alvarez y Menchaca – 1859).

En 1868 tenían una explotación de caleras Don Francisco Piaggio y el Dr. Joaquín Vivanco; este último adquirió las mismas en 1875.

Don Miguel Lanieri, un italiano de Spezia, que en su tiempo fue uno de los comerciantes mas importantes del Quinto Cuartel( ramos generales, flota, jabonería, banco, etc.), tenía también hornos de cal en la década del 60 al 70.

Otro genoves, Cayetano Coberto, explotaba hornos de cal en1866, lo mismo que Antonio Rívoli y Natalio Reggiardo.

Don José Copello, uno de los italianos mas vinculados a las actividades de nuestro pueblo, había tenido también su horno de cal, que él dirigía juntamente con el de los herederos de Don Pedro Reggiardo.

Después de los primeros vascos, otros propietarios del Quinto fueron también caleros: los Ibarzábal, Sansberro, Juan Bautista Zubizarratea.

Los Vivancos fueron comerciantes porteños que se radicaron en La Matanza allá por 1828. Don Juan, Don Antonio, hijos de Don Joaquín de Vivanco y Doña Isabel Josefa Martínez, tenían su casa de negocio frente al hoy Banco de la Nación y con los años fue uno de los comercios más importantes de Victoria.

Posteriormente llegaron algunos de sus medios hermanos, los hijos de Doña Juana Trinidad Martínez, entre ellos Don Anacleto, Don Feliciano, Don Hilarión y el Dr. Juaquín Vivanco, que ejerció su profesión de médico durante 50 años en este pueblo.

Nos interesa en esta oportunidad destacar la actuación del Dr. Vivanco como comerciante, empresario, calero.

Vivanco explotó la cal como tantos otros en nuestro medio y fue empresario en su exportación a Buenos Aires; en el año 1867, 15 fábricas de cal de Victoria le venden 218.500 fanegas de cal. Los provedores son: Carlos Reggiardo, Antonio Arreseygor, Cayetano Corvetto, Miguel Lanieri, Manuel Uranga y Cía., Santiago Firpo y Cía., Ferroni Hermanos, Juan Bautista Zubizarreta, Natalio Reggiardo y Cía., José Copello, Hered, Pedro Reggiardo, Pedro J. Ibarzábal y Cía., Antonio Rovali.

Si tenemos en cuenta la cantidad de fábricas de cal de la época y la magnitud de la producción, debemos convenir que esta industria importaba una consecuente explotación de los montes para proveer de leña a los hornos. Los caleros más importantes explotaban los montes de Crespo, de Pío Godoy, de Gallino, de López, etc; posteriormente Rincón de Nogoyá con su riqueza forestal proveyó de leña durante largo tiempo.

De entonces datan las sociedades de explotación de montes que hizo Don Francisco Piaggio con Don Domingo Buzzi y las numerosas de Don Carlos Reggiardo hasta épocas más recientes en el campo de los Aldana, y que determinó el asesinato de Berón y Albertongo, de tanta trascendencia en nuestro pueblo por largos años.

Esa enorme cantidad de fanegas de cal que salían de los hornos de la Victoria en décadas de tráficos intensos, por esa vía fluvial de riacho Victoria hasta el Paraná Pavón y alcanzar luego los puertos de la costa, especialmente Buenos Aires, fue acarreada por miles de carretas, por caminos y sendas imposibles, cuyas obras de arte se debían a la acción privada como aquel puente sobre el arroyo Broin que mandó construir Don Francisco Piaggio en 1873 y posteriormente (1879) lo vendió a Don Carlos Reggiardo en 2.711 pesos bolivianos. -Reg. De la P. de Vic. Velázquez 1879 fol. 170 y Sts.

En los primeros tiempos nuestra cal era exportada en los primitivos barcos (las chalanas de Don Ignacio Espíndola, de Don Juan Laureano García, de Don José Galisteo) allá por 1835, cuando llegan los primeros italianos; el lanchón Catalina de Badín y El Oriental de Ravel, La Balandra de Schiaffino, La Aurora de Don Próspero Marchani, la Chalupa Victoria de Lubí, La Carmelo de Anselmo, sustituyen los primitivos barquitos (Arch. de Entre Ríos, Hacienda1834-1836, Ser. 11, Carp.3).

Mas tarde transportan nuestra cal los Pailebot de ocho y diez toneladas como el San Martín de Don Antonio Ravagnan, que su viuda Doña Josefa Millan vende a Domingo y Juan Cabaza. (Reg. De la Prop. de Vic. R. Alvarez – 1871).

Pocos años antes, el extraordinario incremento de cal a Buenos Aires determino la fundación de la empresa naviera El Progreso. La Componían el Dr. Joaquín Vivanco, Don Ernesto Vacareza, Don Miguel Lanieri, Don Antonio Lanza, Don Juan Antonio Espindola, Don Hilarion Vivanco y Don Santiago Meabe, De Bs. Aires. Después vinieron las otras: la de Don Carlos Reggiardo, la de Don Miguel Marquez, que durante una centuria transportaron nuestra riqueza caliza por la República.

Todos estos nombres importan la actividad económica de la Victoria durante mas de un siglo en su Quinto Cuartel. Representan la etapa de una ciudad que se inicio con una extraordinaria pujanza industrial gracias a sus riquezas naturales y al empuje de estos extranjeros que construían sus caminos, levantaban sus puentes, tenían muelles propios para sus barcos. Es la etapa industrial de Victoria antes de convertirse en la ciudad sedentaria que vive a expensas de la riqueza agropecuaria de sus fértiles campañas.

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