LOS CHANÁ
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NUESTRAS mas profundas.RAÍCES...
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Los cimientos profundos de nuestra cultura se hunden en las etnias que conforman el universo indígena argentino prehispánico. El mundo aborigen, que con frecuencia ha sido representado como un mundo fragmentado de tribus aisladas e ignorantes entre sí, pequeño y reducido geográficamente, en realidad se caracterizó por su multiplicidad y diversidad, así como, por su dinamismo y amplitud. (1)
Las etnias autóctonas fueron verdaderas naciones con identidad social y cultural. Naciones que se comunicaban e influían mutuamente y eventualmente se enfrentaban. Desarrollaron una concepción religiosa de la naturaleza en la que estaban inmersos, estableciendo una relación profunda y respetuosa con al tierra, los árboles y los animales.
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EL ÁREA CULTURAL DE LOS GRANDES RÍOS
Para comprender las culturas aborígenes es indispensable conocer su localización geográfica y la relación dinámica con el medio. Los grupos en la Mesopotámica tuvieron un estilo de vida que se desarrolló en relación estrecha con los grandes ríos: el Uruguay y el Paraná en sus cursos medio e inferior y los ríos más pequeños que son sus tributarios.
La ciudad de Victoria sé llegue a orillas del río homónimo, desde sus puntos más altos visualizamos meandros caprichosos, islotes cambiantes, verde llanura sin fin, sólo interrumpida por: escasos árboles, algunos albardones y si nos acercamos lo suficiente, por curiosos montículos... Estamos observando parte del hábitat de la gran nación chaná que tuvo una amplia zona de dispersión en ambas costas del Paraná, dividida en entidades (mocoretáes, calchines, quiloazas, corondas, timbúes, caracáes, chanáes, beguaés) que compartían una misma base cultural. (2)
LA RELACIÓN DINÁMICA CON EL MEDIO
Los chaná-timbú se establecieron en las tierras bajas de nuestro departamento, desarrollando una modalidad cultural en estrecha relación con el río. Para estos avezados canoeros los cursos de agua sirvieron como rutas de desplazamiento; sus embarcaciones, troncos ahuecados de gran porte, fueron al mismo tiempo ágiles fortalezas y medio de transporte, gracias a las cuales mantuvieron contacto y recibieron influencias de otras etnias.
El rico ecosistema deltaico les permitió gozar de una dieta variada compuesta por carne, fruto de la caza de animales de la fauna autóctona; por el pescado en gran proporción; por diferentes productos y vegetales provenientes de la recolección, tales como raíces, caracoles, miel silvestre, etc. Si bien fueron grupos pescadores y cazadores por excelencia, el cultivo en pequeña escala de maíz, calabaza y poroto, fue practicado por los timbúes. Actividad adquirida probablemente de los guaraníes que habitaron entre ellos.(3)La explotación equilibrada del medio les permitía consumir lo necesario y hacer reservas de alimento.
A orillas de los ríos y lagunas, en sitios altos, emplazaron sus aldeas y cerca del río enterraron a sus muertos. Al morir, la tierra los cobija cerca de los vivos en enterratorios intencionales. Acompañados de ajuar funerario y en posición de descanso.
Los juncos hicieron las veces de paredes de las casas comunales que albergaron a varias familias de carácter poligámico que vivían bajo el arbitrio de los hechiceros, la sujeción a caciques tribales y a un gran señor principal.
Vestidos con el manto de piel de los nómadas, también utilizaron prendas de algodón cuya presencia abre el interrogante si el mismo fue el fruto de la aplicación de técnicas de hilado y tejido por parte de los chaná o el resultado del intercambio con otras etnias.
Hombres y mujeres perforaron su nariz y lóbulos para engalanarse con lo que la naturaleza les proveía: piedras de colores, huesos de extremidades de pájaros, valvas de moluscos locales y pequeños caracoles marinos de la costa bonaerense, y también adornos de metal proveniente, probablemente de la vinculación con los indígenas del Noroeste.(4)
La perforación del labio inferior estuvo reservada a los varones de la tribu, porque de la misma pendía el tembetá, símbolo de virilidad. La práctica del canibalismo estuvo vinculada a los ritos de iniciación por medio de los cuales los púberes de ambos sexos eran incorporados al mundo de los adultos, a partir de esta ceremonia podían pintar sus cuerpos, símbolos inequívocos del nuevo status.(5) El utillaje chaná fue confeccionando de hueso y de piedra en menor escala. Utilizaron como arma el arco, las flechas y propulsores o tiraderas.
EL REALISMO CREATIVO
La expresión artesanal más relevante fue la cerámica. Una vez más el medio les proporcionó la arcilla rica en materia orgánica que, en manos de los aborígenes adquirió diversas formas: ollas, cuencos y platos, con decoración incisa en guardas geométricas.
La arqueología también ha rescatado ejemplares de cerámica modelada con figuras zoomorfas colocadas al borde del recipiente, cumplían una función de asas. La fauna circundante constituye el motivo más representado: en especial las cabezas y colas de loros, lechuzas, patos, entre las aves, felinos, batracios, ofidios y también representaciones antropomórficas.
ESAS ENIGMÁTICAS CAMPANAS...
Sin embargo el hallazgo arqueológico que ha llamado la atención de los especialistas y planteado sugerentes interrogantes acerca de su verdadero origen y funcionalidad han sido: “las alfarerías gruesas” para Antonio Serrano; la “Cultura de Campanas” para el investigador Fernando V: Gaspary que consideró el departamento Victoria, el centro de esta “cultura” en el inicio del período tardío del litoral.
Desde la respectiva arqueológica se denomina “campana” a un vaso de cerámica hueca, de paredes gruesas, de base abierta, campaniforme o cilindiforme, que además de su abertura basal, cuenta con orificios laterales o cuspidales.
La morfología de las campanas es diversa, se han encontrado campanas antropomorfas, pero la mayoría son zoomorfas, inspiradas en la fauna autóctona. Se observa en ellas la presencia de un asa que imita la cabeza del animal, en general loros; un apéndice caudal, que haría las veces de cola, opuesto diametralmente y adornos en relieve a los lados del cuerpo de la pieza tales como alas. (6) Su tamaño es diverso, las hay grandes, medianas y pequeñas. No existen dos campanas iguales. Cada una es una creación original del artista que la plasmo.
¿PARA QUE SIRVIERON?
Su funcionalidad constituye aún hoy un enigma. Una de las hipótesis sostenía que las campanas cumplían la función de cubrir la brasa menuda y conservar el fuego del hogar; el profesor Antonio Serrano consideró inadmisible la propuesta anterior, asignándole a estas piezas un posible carácter totémico o religioso
El estudioso Fernando Gaspary confirió a estas piezas un carácter sagrado. El acto de conservar el fuego debió ser motivo de un culto especial. También consideró la posibilidad que hubiesen sido utilizadas como sahumadores en actos ceremoniales o en velatorios. (7)
Otra hipótesis sostenía que, por haberse encontrado la mayoría de las campanas en tumbas y por analogía con los aborígenes payaguás del Paraguay, que las mismas servirían para residencia de los espíritus de los muertos de la tribu. (8)
¿DE DONDE PROVIENEN?
En lo que a su origen respecta, los especialistas indican que no existieron formas de campanas en el territorio amazónico ni el territorio andino. En cambio si aparecen en la región de Santiago del Estero. Es probable que estas influencias llegaran al litoral siguiendo el curso de ríos como el Salado o el Carcarañá. (9)
Otros especialistas, como Ibarra Grasso, señalan que en la civilización maya las campanas son bastante conocidas, señala la probabilidad de que las mismas llegaron a nuestro país por medio de una sociedad secreta de varones, cuyos ritos se difundieron extensamente.
Fernado V. Gaspary, por su parte, propuso una tesis que difiere con la de la mayoría de los estudiosos y a la cual adhirió la Asociación Arqueológica Indígena de nuestra ciudad. Relacionó nuestras campanas con las de Santiago del Estero y estas, con otras fuera del actual territorio argentino, encontradas en Zacualpa, “vasos pato” (Guatemala) y en Colombia y a su vez estableció relaciones con piezas similares del lejano Japón, señalando que habrían llegado por vía transoceánica a meso América. (10)
Sólo la salvaguarda urgente del patrimonio arqueológico de la nación chaná en peligro de desaparecer y la intensificación de las excavaciones arqueológicas y su posterior interpretación podrían develar el enigma.
EL FIN DE LOS CANOEROS
La nación chaná moldeó su pacífica existencia al compás del río, también por el río llegó primero la aculturación y el sometimiento; luego la destrucción y el fin. Fueron fácilmente reducidos en encomiendas y se mestizaron con el conquistador. Las pestes y los malos tratos despoblaron las islas. (11) Se produjo un vacío poblacional que no alcanzaron a llenar las fundaciones españolas, y lo que es más grave aún, se generó un aparente vacío cultural, que despertó el interés de generaciones posteriores que han intentado rescatarlos del olvido, desentrañar sus misterios y aprender las lecciones de vida y de respeto por la naturaleza que nunca alcanzaron a transmitirnos.
Cuando venga a Victoria, visite el museo indígena en zona puerto.
1. Rex González, A., Pérez, J.A., Argentina indígena, vísperas de la conquista, en Colección Historia Argentina dirigida por Tulio Alperin Donghi, Bs. As. Paidos, 1993, Tomo I, Introducción.-
2. Serrano, A., Los primitivos habitantes de Entre Ríos, Biblioteca Enterriana, Paraná, 1950, p. 139. -
3. Rocha, T., Los Chanás, en Arce, F.A., Director, Enciclopedia de Entre Ríos, Tomo I, p. 68. -
4. Serrano, A., Los Pueblos y culturas Indígenas del Litoral, Santa Fe. El Litoral, 1995, p. 55. -
5. Rocha, T., Los Chanás, op. Cit., p. 75. -
6. Asociación Arqueológica Indígena, Victoria, Entre Ríos, Audiovisual “Culturas de Campanas o Cultura Chaná – Timbú” a presentarse en las II Jornadas de Educación por el Arte.-
7. Asociación Arqueológica Indígena, Enigmáticas Campanas, en Crisol, 28 de Julio de 1984. -
8. Ibarra Grasso, D.E., Argentina Indígena. Prehistoria Americana. Buenos aires, Sudamericana, 1993, p. 593. -
9. Rex González, A., Pérez, J.A., Argentina Indígena... , op. Cit., p. 124. -
10. Asociación Arqueológica Indígena., C.A. Banchero, Los Pagos de La Matanza, Intercambio Epistolar con el Sr. Fernando V. Gaspary, 23 de abril de 1979. -
11. Ceruti, C. N., La Población Indígena del Litoral, Siglos XVI a XVIII, Municipalidad de la Paz, 1980, p. 8. -
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