Carlos A. Anadón y María del Carmen Murature de Badaracco sostienen que “ningún documento anterior a 1829 permite dilucidar las causas o hechos que inspiraron al Gobernador León Sola para la sustitución del nombre de La Matanza por el de Victoria”.
Lo cierto es que Sola, mediante un Decreto fechado el 31 de octubre de 1829, “ha tenido a bien ordenar que en lo sucesivo se titule esta villa con el nombre de Victoria”. En el texto del mismo –muy breve por cierto– no se brindan detalles de los argumentos para tal designación.
Aníbal Vásquez buscó las causas, pero su pesquisa fue infructuosa. Concluye atribuyéndole el hecho a las campañas que Sola emprendió por el interior de la provincia, y al relacionar su decisión con algún hecho histórico, menciona el fracaso de la revolución del General Lavalle del 1 de diciembre de 1828 y el triunfo federal en Puente de Márquez el 26 de abril de 1828.
Lo demostrable es que las tropas de La Matanza tuvieron destacada actuación y hasta acciones gloriosas a las órdenes de León Sola, y no hay documento oficial que desmienta la designación efectuada por él.
Sin embargo, Eduardo Lorenzo en su libro “Crónicas de mi Pueblo”, rescata una versión que tampoco podrá ser demostrada, pero que agrega su cuota de misterio a una cuestión que en casi dos siglos no ha logrado salir del terreno de las conjeturas.
Lorenzo dice que “revolviendo viejos papeles, encontré unos manuscritos del Padre Tomás Lamarque –paciente buceador de la historia chica– que se refieren al tema. Lamentablemente no tienen referencia documental, pero no deja por ello de ser una versión interesante y enriquecedora”. La misma relaciona al Coronel Hilarión Campos, de destacadísima actuación y que llegó a ser Comandante Militar del Departamento. Según la versión, Campos habría asesinado a su esposa y se fue... “A los años volvió otra vez como comandante, y convocando al pueblo a la plaza le comunicó: Desde hoy a este pueblo se lo llamará Victoria, por consiguiente, no se lo llamará más Matanza. El pueblo, por lo visto, se resistió al cambio y seguía llamándolo Matanza. En consecuencia, el Comandante Hilarión Campos, al verificar esta realidad, volvió a convocar al pueblo a la plaza y lo arengó –frente a sus soldados- amenazando con cortar la cabeza de quien siguiera usando el nombre de Matanza. De manera que –conjetura el Padre Tomás– el nombre de Victoria fue aceptado por el terror”. Y más adelante agrega: “Lo que se sabe con certeza de este ilustre personaje, Hilarión Campos, es que llegó a los pagos de La Matanza en 1817 como dragón, para integrar las fuerzas al mando del Primer Comandante de La Matanza, Don José Albarenque y Antúnez, hospedándose en su casa. Luego se casó con la hija del Comandante, Carmen Albarenque...”. Esta mujer, Carmen Albarenque, falleció a los pocos años de haber contraído enlace con Campos, aunque se desconoce que la misma haya sido asesinada, y mucho menos por su propio esposo. Lo cierto es que al producirse el fallecimiento del Coronel Hilarión Campos –el 9 de marzo de 1851–, el General Justo José de Urquiza ordenó que se realicen los funerales con todos los honores “...majestad y pompa que permite el Culto Católico (...) pero que a la vez (...) sean compatibles con la sencillez republicana... principios por los que luchó este soldado”.
<-- Volver Arriba -->
|